viernes, 29 de mayo de 2009

La magnitud de la ilusión



Ayuda, Help, Aide, Ajuda, Aiuto, Hilfe, Hulp, Ajut, Lagutza, Axuda

En todos los idiomas de la tierra,

O sin palabras,

(...............................................................),

Rezo


jueves, 28 de mayo de 2009

¿Pecados?

Definitivamente, hay cosas que nunca entendimos bien

miércoles, 27 de mayo de 2009

Antonio Blay







Me enamoro de la mente despierta. Reconozco el calor y el humor de un corazón abierto. Me rindo ante la belleza de esa danza perfecta entre lo particular y la totalidad, entre lo concreto y lo abstracto, entre lo temporal y lo eterno... Aquí se llamaba Antonio Blay, aunque en realidad no hay manera alguna de nombrarle con una palabra o con muchas. Por eso yo, con inmenso cariño y gratitud, le llamo el mentalista (una broma personal entre mi hermana y yo)


No, no era un mentalista, ni tampoco un psicólogo, ni un profeta, ni un guru, ni siquiera un maestro. Antonio Blay era un ser despierto. Y también un genio, un mago de las ideas claras y de las palabras precisas. Sin adornos, sin concesiones, con una perfección y un equilibrio entre la exactitud y la devoción no encontrado hasta la fecha. Él me habla de potencial: la distancia que existe entre la idea que yo tengo de mí misma y la idea que la totalidad tiene del pensamiento que se está expresando a través de mí en forma concreta. Y me enseña a recorrerlo como él lo hizo, con minuciosidad, paciencia, profundidad y pasión. En cada una de sus frases reconozco que él no quiere nada para sí mismo, y me asombra hasta qué punto está instalado en la humildad de saber que únicamente está desarrollando su función. Me doy cuenta de que en realidad yo no puedo saber cómo era Blay, pero...¿no es esto que yo percibo de él, un inmenso regalo?


Así que a través de los auriculares del ipod y remontando las ondas herzianas del corazón, asisto a uno de sus cursos....Sant Cugat del Vallés, Barcelona..verano del 82...¡Dios, qué hermoso es esto! Una conciencia moviéndose por el aire caliente y cargado de la sala abarrotada, presente allí para ser testigo del estupor y el impacto que la Verdad produce en la mente todavía dormida. Puedo ver que él está ofreciendo un tesoro de incalculable valor, pero la mente dormida sólo puede interesarse por la caja. En un momento él pregunta a la audiencia si eso que está enseñando resulta útil. Silencio total. Sólo yo, desde mi posición incorpórea, emito un apasionado y callado "¡¡¡¡¡¡Siiiiiiiiii, muuuuuyyyyyy úuuuuutiiiiiil. Si, Si, Si!!!!!! Gracias, gracias gracias!!!!


Tras un instante de frustración, él sigue hablando. Percibo paciencia, comprensión, compasión y certeza. Él me ha oído. Él ha oído a la mente despertando. Él ha sentido el rumor de la mente única abriéndose a la luz de la Verdad. Es emocionante. Es inmenso. Y yo, no sé porque, me acuerdo de esta frase, que creo que es de una canción: estoy unida a ti, como el calor al fuego. Gracias.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Recuerda... la música es un regalo!

Para ti, que eres capaz que soltar todas las amarras de tu mente y sumergirte de lleno en el embrujo de esta canción...
Para ti, que puedes volar con sólo abrir tu corazón...
Para ti, que puedes surcar el universo suspendido en la magia de esta melodía...
¡Fallen for you!

jueves, 14 de mayo de 2009

Viento...




Así, en horas profundas, sobre los campos he visto
doblarse las espigas en la boca del viento.


Pablo Neruda

Una hora profunda no tiene nada que ver con minutos o siquiera segundos...una hora profunda es ese instante en el que la ráfaga de viento que mueve unas espigas o unas ramas, adquiere una presencia completa en la conciencia. En ese momento de absoluta devoción, la dimensión del tiempo cambia, adquiriendo una textura o cualidad de profundo, es decir, con más peso o entidad o presencia de lo habitual. A menudo permito que el viento me traslade a ese lugar desconocido...

sábado, 9 de mayo de 2009

Viaje al Oeste Celeste






El viaje empieza en el Este, junto al mar. Hoy levanto el vuelo y pongo rumbo al Oeste, como el sol. Sólo que yo me bajo en Madrid, una ciudad en la que he vivido 38 años y a la que hace uno y medio que no he vuelto. Me froto las manos. La cosa promete. Desde lejos veo bullir todas las ideas que he venido a reclamar como propias. La primera de ellas, la de la misma ciudad, que sigue ahí, atrapada en esa intrincada maraña de autopistas, autovías, vias, carreteras, radiales, nudos, y circunvalaciones que la envuelven...Es la idea misma de la complejidad, es la representación perfecta de este mundo super complicado, que necesita de estructuras, infraestructuras, superestructuras, cada vez más aparatosas para intentar solucionar la complicación que está creando. Está bien, me sumerjo en ello, el corazón late con fuerza, es veriginoso, es intenso. La dimensión del tiempo cambia: cuatro días como cuatro semanas...y media.


Y la jornada comienza con el primer roce de la ciudad en mi piel, una sofocante sensación de familiaridad y de pérdida. Reconozco sus calles bajo el sol de mayo, a los transeúntes como viejos compañeros, las costumbres, los usos, los rituales, los códigos, los detalles cotidianos, las inigualables tostadas con mantequilla, ¡los inconfundibles camareros de Madrid! ¡con leche!¡mediana!¡cortado! ...Veo con claridad la necesidad que hay en mi mente de pertenecer a algún lugar, la urgencia por estar en casa en algún sitio. (Sólo en tu corazón) ¿eh? ¿Quién ha dicho eso?


Y también los personajes. Una niña de seis años con síndrome de princesa destronada, que quiere que cuando volvamos a la clínica, su hermana recién nacida se haya ido a China. Y adultos con miedo, miedo a los imprevistos, a las contingencias, a las interrupciones, a las contrariedades; adultos que defienden sus posiciones como baluartes inamovibles; la competencia, el uso, el interés; y un ser con un disfraz de esos que, como las cucarachas, repugnan a todo el mundo. (Disculpa hermana, no recuerdo cuanto te amo)


Y todo lo que dejé atrás. El amor, y el dolor en sus calles, en sus plazas, un hogar, mis enseres, una amiga, una hermana, un barrio, un color, una sabor, una textura, el corazón y el perdón y una lección. Mi gata Princesa, como siempre, se sienta en mi regazo y ronronea (el amor es eterno, el amor es eterno, el amor es eterno) Nada más.


Y después de la laberíntica locura del metro en la hora punta (corazones vulnerables, caras de bravucones), por fin llego al Oeste Celeste, un bar situado en una de las zonas más castizas de Madrid, entre Santa Isabel y Lavapiés. Está atardeciendo, la luz del sol poniente se cuela por las estrechas y pendientes callejuelas de la ciudad antigua, tiñéndolas de un tono anaranjado. Hay sorpresa, protestas cordiales y reencuentros. Y allí, en ese extraño lugar, como una aparición de otro mundo, un maestro que enseña con muchas palabras, pero yo sólo escucho una cosa (es una ilusión, es una ilusión, es una ilusión)


¡¡¡¡uuuuufffffffffff!!!!! ¡Gracias a Dios! Se acabó.





lunes, 4 de mayo de 2009

Dios es tu única garantía


Él siempre está al otro lado.

¡Gracias infinitas!