jueves, 22 de noviembre de 2018

Inventario caótico nº2: cosas que no me gustan



No me gustan los partidos de fútbol, las alfombras persas, los tacones de aguja, las alubias con oreja, las verdades a medias, las horas interminables, los esfuerzos desmedidos, las mentiras piadosas, los helados de pitufo, los callejones sin salida, los ojos saltones, los sapitos aplastados, las lámparas de araña, los perros atados, los niños tristes, las granjas de pollos,los muebles castellanos en la casa de la playa, las migas en el hule sin mantel, las cortinas de ducha pegadas a la piel, las cucarachas panza arriba, los perfumes de las señoras que van delante de mí en el autobús.

Aborrezco los filetes de ternera, las noches sofocantes, los visillos amarillentos, los cielos blanquecinos, las voces chillonas, el arroz en el desayuno, y las triquiñuelas y los tejemanejes para conseguir lo que quiero, en ningún momento.

Tampoco me gusta CREER que los infiernos personales tienen tanto poder, ni que puedo quedarme sola al atardecer.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Inventario caótico nº 1: cosas que me gustan





Me encanta el ronroneo interminable de mi gata Princesa durante las tardes de invierno, el sabor del gazpacho muy frío en la penumbra del comedor al volver de la playa, el color del cielo al atardecer...
Los libros de Agatha Christie durante las siestas de agosto, las ensaladas de bar, dormirme con el rumor de las olas, las sábanas limpias secadas al sol, el tacto de la piel de las piernas cuando se han llevado unos vaqueros muy ajustados, una merienda de tortitas con nata una tarde lluviosa en Madrid, el camino del Clotal de Oliva a finales de mayo, escuchar Imagine de John Lennon a 432Hz, los besos furtivos y apasionados en las escalinatas del Museo del Prado, y una de esas miradas que lo dicen todo sin mediar palabra.

Me gustan los mercadillos navideños, el ladrido lejano de un perro en la noche estrellada, los farolillos de feria, el crujiente sonido de la espuma al retirarse las olas, el rasgueo de una guitarra española, el confort de un cucurucho de castañas asadas una tarde de otoño, y el placer de tu compañía a todas horas.