miércoles, 27 de mayo de 2009

Antonio Blay







Me enamoro de la mente despierta. Reconozco el calor y el humor de un corazón abierto. Me rindo ante la belleza de esa danza perfecta entre lo particular y la totalidad, entre lo concreto y lo abstracto, entre lo temporal y lo eterno... Aquí se llamaba Antonio Blay, aunque en realidad no hay manera alguna de nombrarle con una palabra o con muchas. Por eso yo, con inmenso cariño y gratitud, le llamo el mentalista (una broma personal entre mi hermana y yo)


No, no era un mentalista, ni tampoco un psicólogo, ni un profeta, ni un guru, ni siquiera un maestro. Antonio Blay era un ser despierto. Y también un genio, un mago de las ideas claras y de las palabras precisas. Sin adornos, sin concesiones, con una perfección y un equilibrio entre la exactitud y la devoción no encontrado hasta la fecha. Él me habla de potencial: la distancia que existe entre la idea que yo tengo de mí misma y la idea que la totalidad tiene del pensamiento que se está expresando a través de mí en forma concreta. Y me enseña a recorrerlo como él lo hizo, con minuciosidad, paciencia, profundidad y pasión. En cada una de sus frases reconozco que él no quiere nada para sí mismo, y me asombra hasta qué punto está instalado en la humildad de saber que únicamente está desarrollando su función. Me doy cuenta de que en realidad yo no puedo saber cómo era Blay, pero...¿no es esto que yo percibo de él, un inmenso regalo?


Así que a través de los auriculares del ipod y remontando las ondas herzianas del corazón, asisto a uno de sus cursos....Sant Cugat del Vallés, Barcelona..verano del 82...¡Dios, qué hermoso es esto! Una conciencia moviéndose por el aire caliente y cargado de la sala abarrotada, presente allí para ser testigo del estupor y el impacto que la Verdad produce en la mente todavía dormida. Puedo ver que él está ofreciendo un tesoro de incalculable valor, pero la mente dormida sólo puede interesarse por la caja. En un momento él pregunta a la audiencia si eso que está enseñando resulta útil. Silencio total. Sólo yo, desde mi posición incorpórea, emito un apasionado y callado "¡¡¡¡¡¡Siiiiiiiiii, muuuuuyyyyyy úuuuuutiiiiiil. Si, Si, Si!!!!!! Gracias, gracias gracias!!!!


Tras un instante de frustración, él sigue hablando. Percibo paciencia, comprensión, compasión y certeza. Él me ha oído. Él ha oído a la mente despertando. Él ha sentido el rumor de la mente única abriéndose a la luz de la Verdad. Es emocionante. Es inmenso. Y yo, no sé porque, me acuerdo de esta frase, que creo que es de una canción: estoy unida a ti, como el calor al fuego. Gracias.

3 comentarios:

Laura-Sujami dijo...

Hola Paz, me ha gustado la entrada que has escrito, pero me gustaría que, si puedes, me facilites alguna dirección donde pueda encontrar ese curso, pues estoy en la onda de todo lo que se habla.

Un besito y contestame en mi blog para tener constancia, muchas gracias.

Anónimo dijo...

Preciosa Paz. Gracias por el amor, por la pasión, la claridad y Luz que expresas desde Tu Ser.
Gracias,gracias,gracias!

soni dijo...

Antonio Blay, maravilloso. Recuerdo la emoción que surgió de mí cuando le escuché por primera vez en mi cuarto. No sabía quien era, ni de que hablaría, ni falta que hizo. Con cuatro palabras, dijo; "Todo es luz", comencé a llorar, sin motivo racional, sin la expectativa de que iría a hacerlo, sorprendida de mi propio llanto. Cuantas veces habría oído eso mismo, pero ni una sola como la dijo él. Desperté a una porción de mi propio autoengaño.
No sé porque, no sé como sucedió, pero para mí, es un Maestro.
Gratitud eterna.